¿Alguna vez has deseado comer un alimento específico, curiosamente no saludable? Si la respuesta es sí, y además una vez lo comes esa sensación de «hambre» no se calma, te explicamos el por qué. Se trata de un estado de «confusión interna» donde se unen emociones y comida, desencadenado por aburrimiento, enfado, estrés, abatimiento, tristeza, etc.
El hambre emocional se define del acto de comer sin que se tenga hambre, es el deseo inconsciente de llenar un vacío, de calmar un malestar emocional, que muchas veces suele confundirse con sensación de hambre, y se calma a corto plazo.
A continuación aprendemos a diferéncialos:
Hambre real:
– Es gradual, el cuerpo te manda señales paulatinas (como los rugidos), puedes posponerlo sin que te genere más nerviosismo.
– Cualquier tipo de comida lo calma, y el estómago te manda una «señal» de que has llegado a tu límite, cuando ya estás saciado.
– Al finalizar, no sientes emociones como la culpa o ira por lo que has hecho.
Hambre emocional:
– Aparece de repente, y no puede esperar.
– Deseas comer algo específico, normalmente suele ser algo no saludable, y si no puedes, el sentimiento de ansiedad aumenta progresivamente.
– Crees que tu cuerpo no te manda ningún señal de estar lleno/a, pero sí que lo ha hecho, lo que ocurre es que comer así desconecta estas señales, provocando así sensaciones desagradables, de estar lleno.
– Al comer, no sigues las pautas recomendadas, es decir, comes rápido, de pie, a horas poco comunes,
– Desencadena emociones como culpa e ira.
¿Qué consecuencias tiene el comer emocional?
1. Frecuentas sentimientos desagradables y desadaptativos: culpa, rabia, fracaso..
2. Hacer creer a tu cuerpo que has controlado la situación, ya que se ha calmado a corto plazo, pero en realidad le estas autoengañando, impidiendo la posibilidad de autorregularte o autocontrolarte.
3. Acostumbras a comidas entre horas o no saludables, aumentando la posibilidad de sufrir obesidad o sobrepeso.
¿Qué debo hacer?
Lo primero que debes hacer es tomar consciencia del aquí y ahora, escuchar a tu cuerpo y reconocer qué te pide, trabajo de la mano de la psicología, te ayudaremos a ponerle nombre a la emoción que estás sintiendo, te enseñaremos escuchar a tus pensamientos; así fomentarás la capacidad de valorar la necesidad real que tienes.
Paralelamente, acude a un nutricionista, aprende las pautas de alimentación adecuadas para ti y tu momento; y haz ejercicio, libera así endocrinas y serotonina, mejorando tu estado de ánimo.